04 diciembre 2011

En el año 1987... 50 años del Liceo de Las Piedras.

En el año 1987 la comisión organizadora del acto central con motivo del cincuentenario del Liceo de Las Piedras tuvo la gentileza de invitar a Rubén Cassina a hacer uso de la palabra en dicho acto. A continuación, la transcripción de aquella alocución, que tuvo lugar en el Cine 18 de Mayo:

"Desde el momento que me comunicaron que debía hablar en este acto han estado han estado presentes en mi imágenes, recuerdos y preocupaciones.

Entre las preocupaciones además de la natural de sentirme no ser capaz de responder adecuadamente, me acompañaban otras dos.

Una ¿porqué yo?. Cuando seguramente otros numerosos compañeros podían igual que yo o mejor aún estar transmitiendo nuestro mensaje, la palabra de todos, en esta conmemoración.

La otra preocupación tiene que ver con algo que siento estar aprendiendo tras los ya veintiocho años de docencia. Lo sustantivo no es lo que yo pueda decirles, transmitirles, sino el diálogo, la reflexión colectiva. Eso que sin dudas ya comenzó en el momento que un grupo de amigos se reúne con el propósito de celebrar los cincuenta años del Liceo de Las Piedras. Que se intensifica hoy y que esperemos que continúe.

Pero puesto en el trance de aportar el testimonio de quien habiendo sido alumno y luego profesor de este entrañable Liceo permítanme compartir con todos una serie de imágenes, de recuerdos que creo que a pesar de ser muy personales permiten saber algo de lo que ha sido el Liceo de Las Piedras

En mi vida ha estado siempre presente el día que partí, junto a Nenina de León y Lilí Bossi, los tres primeros nacidos en Canelón Chico que concurrimos al Liceo. Está siempre presente mi llegada y mi encuentro con un medio desconocido. Inmediatamente la presencia del Director Prof. Arturo Rodríguez Zorrilla, vigorosa personalidad que tendría tanta significación tanto en lo que hace a la educación como en lo personal . Pienso que una evocación de la historia del Liceo de Las Piedras debe destinar a su figura un significativo espacio.

La presencia del Director interesándose por nuestros problemas. No teníamos servicio de ómnibus para regresar en forma inmediata al mediodía cuando terminaban las clases. Arregla para que podamos almorzar en el Liceo y permanecer en él hasta que se nos hace posible tomar un ómnibus para el regreso a nuestros hogares.

Allí en la vieja casona de la familia Cabrera convivimos muchas horas junto a los libros de la biblioteca, el microscopio y la amable compañía de la familia Torres, conserje por esos tiempos,

Desde el primer día asisto a una institución que es algo más que un lugar donde se dan clases.

Comienza una etapa de mi vida ligada indisolublemente a la presencia del Liceo.

Allí recibo clases y mucho más. Para aquel adolescente que salió de Canelón Chico significó un auténtico desafío.

Las clases se prolongaban en un espacio que comprometía a la comunidad toda. Iba desde la casa de “los Cabrera” hasta la de Manuel Rosé en donde más de una vez compartí en silencio horas de trabajo de Miguel Ángel Pareja junto a sus peces y sus caballetes y a la presencia de Talita. Iba hasta la casa de los Caprio ; allá por el “pueblo Nuevo”, adonde nos reuníamos para planificar las actividades del CLAN ( Club Liceal de Amigos de la Naturaleza ).

Comprometía el piso del viejo Club Solis en donde con la dirección de don Carlos Prevosti pintábamos telones para las actividades teatrales del Liceo. Incluía las calles de la ciudad a las que más de una vez recorrimos dialogando con Vivian Trias.

En ese espacio que compartíamos con todos los compañeros de mi generación nació, creció y se desarrolló un sincero respeto a un conjunto de profesores, que en alguno de los casos se prolongó en una fraterna amistad y en otros aunque distanciados por diversas circunstancias, se mantiene vivo.

Es bueno decir que todo esto no lo manifestamos hoy ante la fecha que conmemoramos.

Estos recuerdos, la evocación de aquel esfuerzo humano ha estado siempre presente y el motivo de conversación ante el encuentro ocasional, caminando por Dieciocho de Julio un domingo de mañana, con Don Gregorio Casuriaga o con Don Ovidio du Petit o cuando como profesor del Liceo Dámaso Antonio Larrañaga me sentaba en la sala de profesores junto a la profesora Bauzá.

Estoy tentado a pasar lista. Quisiera recordarlos a todos. La memoria no me es fiel,

Además de los que ya cité recordemos al Dr. Mario Pareja Piñeiro, Mario Delgado Robaina, Ferrari, Repetto, Volpi , Crespo, Theoduloz, Ramis, Perelló, Don Emilio Trias, Catáneo, de los Campos, Piriz Mc, Call, Laura de Arce y seguro de no recordarles a todos, a los que nombré y los que olvidé, a los que están y a los que ya no se encuentran entre nosotros, el recuerdo, el afecto, el reconocimiento de quienes fuimos sus discípulos.

Años más tarde volvemos al Liceo, ahora como profesor. Recuerdo mi debut. Comienza el turno nocturno. Estamos en la nueva casa. Me presenta el entonces Consejero de Enseñanza Secundaria, Mario Delgado Robaina. En la dirección no está Rodríguez Zorrilla pero se encuentra otra vigorosa personalidad, un ejemplo de Ética y bonhomía el Prof. Juan José Oreggioni. Junto a él y al conjunto de profesores que compartíamos la actividad educativa educativas liceal hago mis primeros aprendizajes en el duro pero gratificante oficio de desarrollarme y crecer en el cono cimiento junto a los demás .Ahora estoy en forma permanente enfrentado a la tarea de compartir horas con los adolescentes que asisten a nuestras clases y, recapacitando la experiencia vivida comprendo que la educación no es únicamente transmisión de conocimientos.

El Liceo de Las Piedras pudo hacerlo. Pudo plantear ese amable desafío que significa estimular la capacidad creativa, el pensamiento, la capacidad creativa de los jóvenes, el necesario entendimiento del mundo donde se vive, el acontecer cotidiano y no la alineación, el condicionamiento, la subordinación a que nos tiene acostumbrados el sistema educativo actual.

Lo pudo porque quizás vivíamos otros tiempos. Pero lo pudo también porque el Liceo de Las Piedras hace cincuenta años no nació de una decisión tomada fuera de Las Piedras. Era la expresión, el deseo, la necesidad local la que hará surgir a la institución y con recursos que generosamente aportaba la misma comunidad.

Era expresión genuina de un movimiento progresista nacido de la entraña misma de las familias locales. Como símbolo de los tiempos que corren me entristece ver el edificio de nuestro Liceo cercado de un muro que me lo imagino como la reacción de un cuerpo extraño en un organismo al que no pertenece.

Pero dentro y fuera de ese muro también están los que promueven este encuentro, también están los que sueñan con una juventud imaginativa, creadora, libre, por lo tanto a redoblar esfuerzos.

A esta altura. Quizás lo mejor sea callar pero antes deseo hacer, con el respeto y la paciencia de Uds. alguna reflexión final.

Cincuenta años de vida del Liceo de Las Piedras.

Cincuenta años de memoria histórica de la comunidad pedrense.

Muchas cosas han ocurrido aquí y en el mundo. Muchas cosas nuevas han surgido, muchas se han perdido. Una de las que se perdió es el protagonismo que la comunidad debe tener en la construcción de su destino.

Tal, como creo, ocurrió en el origen del Liceo de Las Piedras.

Para terminar por fin: al Liceo. A todos y todo muchas gracias."

Ruben Cassina Fourment (1934 - 2011)

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2 comentarios:

  1. Uhh,,,acá tampoco encuentro fotos de los años 88 al 92..:)

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  2. Tampoco fotos anteriores !!!!!

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